Ellos querían divertirse, que fuera inolvidable, repleto de color, de risas y juegos. Con un vestido de novia de Aurelia Gil, su abertura central, su manga de tul abollonada con volantes y su cola de encaje de quita y pon, Silvia le bailó una sevillana a Álvaro y él no se lo esperaba. Fue una boda llena celebrada en el Hotel Santa Catalina y, luego, en la Finca los Aguacates de Trapiche. Un lugar con encanto. Fue una boda de emociones, de locura y de música... Pero sobre todo, llena de amor.
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